Día de lluvia...
Día de lluvia… y me apetece escribir.
Día de lluvia perfecto para recordar, reflexionar, reír o
llorar recordando el pasado, todas las acciones, hechos y vivencias que te han
llevado es ser esa persona de hoy. No todo tiene que ser bueno o malo, blanco o negro (puedes haber muchas tonalidades de grises, etc. Todos hemos pasado por infinidad
de situaciones, y todas nos hicieron ver el mundo de otra manera, crecer como personas,
o en algunos casos se utiliza el término “madurar”.
Personalmente, lo que más me gusta hacer los días lluviosos
es tumbarme en la cama, ponerme una peli con el volumen bajo y escuchar de
fondo las gotas estampadas en la uralita de la galería. Y si es por la noche e
invierno, taparme hasta la coronilla con el edredón pensando en cualquier cosa hasta que poco a poco mis parpados van cerrándose cual almeja
hasta caer en el más profundo de los sueños. Placer elevado a la máxima potencia…
Otras de las cosas más placenteras de que llueva, es salir a
la calle, una vez que ha parado, y saborear el aroma de la lluvia, refrescante y húmedo que, por lo menos a m,í me revitaliza llenándome de energía.
Me gusta el olor que dejar en las calles y saborearlo hasta saciarme.
Día de lluvia en soledad o en compañía, las dos situaciones
son perfectas sobretodo en la época del gélido invierto. A pesar, de que muchas
veces cuando caen gotas del cielo muchos planes se van al garete, a mí ha sido
al primero que lo ha pasado. En esos días reconozco que odio la lluvia, pero
como dice el refrán “nunca llueve a gusto de todos”.
Por cierto, hoy en cuidad ha llovido…
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