Somos Esclavos de Cosas Insignificantes
No sé si os habéis dado cuenta pero cada día y desde que
nacemos somos esclavos.
Esclavos condenados a vivir dentro del cauce que te
marca la sociedad que te rodea cumpliendo estereotipos por el mero hecho de ser
hombre o mujer, siendo semis-obligados a cumplir unos series de canones de belleza
y de moda, sino quedas apartadx del redil.
Esclavos del “no querer ser diferente por miedo al rechazo”.
Es por eso que, en ocasiones acatamos cosas, estilos de vida o incluso ordenes
de seres fácticos por no ser distinto a la mayoría sin importa si esa orden perjudica
al que está más allá de nuestro círculo más cercano. Es más fácil ponerse una
venda que te cubra los ojos y ser feliz dentro de una ignorancia controlada.
Esclavos de nuestro sistema del “vales lo que tienes”,
dejando atrás los valores como el amor, la amistad, bondad y demás conceptos
abstractos que nos intentan enseñar en nuestros primeros años de educación. Lástima
que esos mismos valores se vayan quedando atrás, a raíz justo de esa misma “educación”
que se vuelve competitiva con el que tienes al lado, y al aprovecharse en
determinadas situaciones ahora lo llaman “búsqueda de oportunidades”.
Esclavos de “el qué dirán” cuando decidimos dar un giro de
180º a nuestra vida sea por el motivo que sea: pareja, seco, opción sexual,
lugar de residencia… En ocasiones nos importa más lo que digan los demás que lo
que nosotros mismos queramos o deseamos, lo que hace que condicionemos nuestra
vida por opiniones ajenas a nosotros de personas que no nos aportan nada
positivo.
Esclavos de querer mostrar lo bien que nos lo pasamos, lo
bien que vivimos y todas las cosas que hacemos en una red social, todo por un like de personas que quizás no hemos
visto en meses o incluso en años. Todos hacemos eso que en los últimos años se
ha acuñado como posturear.
En ocasiones, también somos esclavos de las modas, ya sea de
vestimenta, artículos, frases hechas, lugares de moda (valga redundancia) , de
la música de turno cambiando de un año para otro las canciones por consecuencia
de tanto cansarnos de ellas puesto que nos las embuten en cada sitio y a todas
horas.
Esclavos de la tecnología, de querer estar conectado en todo
momento solicitando la clave del wifi en cada establecimiento que acudimos. Y si
en alguna vez nos quedamos sin conexión hacemos de la nada un drama, haciendo
miles de cosas inútiles a la par que ridículas para volver a estar “En línea”.
En fin, seguimos siendo esclavos de cosas insignificantes...
Desgraciadamente estoy de acuerdo, por eso deberíamos tener presente... ¡Qué bonito es decir: NO!
ResponderEliminarSí, pero el difícil aprender a decir NO. Gracias por tu visita!
Eliminar